Porque no pude esperar a la muerte

Porque no pude esperar a la muerte

Si supieras que nos delatamos solo con la mirada. Nos decimos lo que nuestros labios callan y nuestra boca murmura.  Somos como dos estruendos en silencio, deseosos por decir te quiero y callados por una cobardía absurda y sin sentido.

Me detuve junto al soplo del viento, donde las presas gritan auxilio y los poetas marcan su hito; me detuve porque no pude esperar a la muerte, la que se lleva todo y no deja nada. Para abrir el descubierto ataúd donde tenía los destellos de mis manuscritos, los que callan y los que ríen, los que brotan lágrimas y los que entristecen; son los manuscritos de un inspirador, que describen su amor por vos. Ven, asómate a mis palabras que fueron escritas cuando con dulzura te vía, en esos prados blancos de destellos sin fin. Aunque somos complejos como la estructura anatómica de nuestros besos, no existe ni espacio ni tiempo para estos dos parceros.
 
Sé que será aquella noche donde nos veremos en el huerto y consumaremos nuestros cuerpos en un acto de amor duradero, porque no puede esperar a la muerte para decirte lo mucho que te quiero. Sé que tu mirada te delata y por eso, no me miras a los ojos, pero escucha mis palabras, que son enmudecidas en tus labios y estruendosas en tus entrañas. No temas ni te intimides, seremos dos cuentos en un libro leído, dos versos de un poema, dos estrellas en el universo. Deja que te mire con sinceridad y describiré lo que siento cuando lo haga, seré tan honesto como el cielo. Y si me espera la muerte, déjame darte mi suerte y todo lo que allí albergue, en ese corazón de pulcro amor.
 
En un último intento de conquistar tu belleza, subí al encuentro atemorizado de no verte allí, con el corazón en el pecho y la esperanza puesta en oraciones. Allí la vi y me esperó a mi en aquel rincón, donde nos delatamos con el más mínimo esfuerzo y la razón de amarnos que nos grita en el pecho, porque no puede esperar a la muerte para mi amor darte y todo mi presente. 

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