Así miro los fracasos envueltos en sus propios llantos. Así me rio por dentro cuando la vida me sabe a miel y me cuenta de sus muchos colores. Así de tranquilo estoy en cualquier situación, con el aroma a café en un alma sosegada y la plenitud que domina mi temple.
En hermosos prados camino despreocupado con una taza en la mano y libros del otro lado, alzando la mirada con gratitud y un pequeño sorbo de felicidad y plenitud, esos destellos de pulcritud que se atañen en mis versos más elocuentes y sinceros, son los que conversan conmigo mientras pienso. Solo los cuentos más fatídicos son rechazados por un hombre que se sienta a reflexionar en los tugurios de su propia mente.
Se observan migajas de los escritos de un poeta perdido en los mares de sus propios complejos, aunque con denuedo recita sus bellos cuentos para así mirar el pasado con una parsimonia acogedora. Sobrevolando cada paso con sencillez y dejando todo espanto de la lujuria del placer.
Así miro mis actos abyectos, queriendo quitar con arrepentimiento cada uno de ellos, pero con el remordimiento y el perdón en el sueño de ser un mejor hombre me acuesto. Así que, termino con esperanza y los besos de una vida más larga. Deseando que la paz de una paloma blanca repose en mi viento como las palabras en un cuento.