Si tan solo tú…

 

Tú lo sabes, vivo en los abismos de tu piel, tratando de recordar cada detalle e ignorando los espacios fuera de ella. Es un delirio de amor que me persigue cada vez que mis manos se sienten frías o la sangre que recorre mi cuerpo no siente las vibraciones que se generan al estar cerca de ti. Se trata de estar allí en tu mirada como un vagamundo perdido en las profundidades de tus caricias. Se trata de que durante las heladas noches de soledad cuando nadie quiere escucharte y tu voz pierde fuerza, cuando tus ojos desfallezcan y las lágrimas se sequen; confíes en mis verdades y te fíes de la forma en la que te miro, de la forma en la que te beso, en la forma en la que te consuelo.  

Date cuenta de que mis manos pierden su hombría y se vuelven tan suaves como la seda cuando acarician esos senderos que me calman y me apasionan. Mis labios secos ganan textura y color justo cuando ven tu rostro y una melancolía los transforman en las armas perfectas de seducción para someterte en sus delicadas caricias. Como una búsqueda del tesoro, se escabullen en cada rincón tratando de despejar cualquier tropiezo, cualquier descuerdo con tal de precisar el bienestar de tu placer. Escucharte decir que me quieres, que planeas ocultarte bajo la fuerza de mis abrazos o que deseas que te mire tan apasionado como aquella primera vez.

Yo siempre ha estado ahí, me sientes correr por tu pecho; nada de lo que escuchas, de lo que ves o de lo que crees sentir se compara con esa verdad, con lo que sientes por mí, con lo que se escucha en tu corazón cuando piensas en mí. Nada es como la oscuridad que ves cuando cierras tus ojos y los sueños sobre mi piel acercándose a ti, transformando tus propias palabras en ilusiones vacías. Ya no me quieres o al menos eso confiesas, pero ya sea en la oscuridad de una velada o en el día más soleado ves mis manos tocándote, ves mis carnosos labios saboreándote. Allí me ves como realmente quieres verme. En tu alcoba, en tu vida.  

Las extrañas sensaciones de que algo falta durante meses, mirar al cielo tratando de conocerlo otra vez, esperar por la venta el reflejo de la luna, desconcentrarse por unos pocos segundos idealizando un lugar utópico, ¿no te parece extraño? Tal vez hayas visto mi imagen más de una vez y has planeado por tanto tiempo estar ocupada para olvidarte de mí, que has perdido los pequeños detalles, esas pequeñas cosas que te recuerdan a mí y que a veces ni esas cosas necesitas porque me quieres, me sientes, me deseas. 

Allí estoy yo como una historia que no quiere repetirse, en la sombra de un recuerdo lejano, pero sin poder alejarse de ti, de lo que llevas dentro. Te niegas a ti misma en un intento fallido de volver a nacer, pero no necesitas tal cosa porque lo que eres te hace perfecta. Es tan solo reconocer que una parte de ti me recuerda como algo más que solo pasado y momentos. Es intentar descubrir que somos algo más que los versos que te escribo o los sueños que tenemos cuando entra la oscuridad a nuestras habitaciones. Somos más que corazones rotos, somos más que esos amantes cobardes o páginas repletas de historias que no tuvieron un final feliz. Eso lo sabes, si tan solo tú…

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Foto de Adrien Olichon: https://www.pexels.com/es-es/foto/hombre-sentado-frente-a-la-pantalla-encendida-2736135/

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