Un jardín de flores

Un jardín de flores

Estoy en un terreno desconocido tratando de buscar entradas conocidas. Es un terreno maduro, así lo siento, de una vista espectacular. Su suelo está compuesto por elementos lineales y un alma sosegada que inquieta la mía. Quiero saber, quiero aprender, quiero estar al tanto de cómo tratar este polvo fino que con una sola chispa se desvela. Quiero estar en su tierna mirada, en la dulzura de sus campos verdes y benditos. Llenarle el jardín de flores y tibios aromas. 

Anhelo correr en este suelo, mirar hacia el cielo y perderme en sus hazañas, convertirme en su sustento en las noches y en las mañanas. Sentir el viento que viaja sobre mi cuerpo que poco a poco se transforma en su aliento. Ser parte de las historias contadas, de los paseos tomados en  las playas de Puerto Plata, que sus labios sean el vino que saborean los míos. Recordar en el tiempo las risas, los momentos y las veces que nos conocimos una y otra vez. Entrar en este cielo poco conocido para estallar las razones de haberme quedado. 

Quiero cuidar este terreno, sembrarle algunas flores inspiradas en la quietud que a veces siento cuando lo veo. Una rosas para cultivar el amor y la pasión. Amapolas para que hagamos memoria del amor que nos tenemos y un montón de girasoles para que nunca falte la felicidad al verte. Esto lleva tiempo, pero las ganas se quedan para convertir esta parcela en un sueño hecho realidad. 

Estas flores de distintos colores te darán un viaje de recuerdo o quizás, cantan la historia de nuestro futuro. Sé que será largo y no sabremos hasta donde llegará. Mientras, disfruta el viaje a mi lado con entusiasmo, déjemos que nuestros cuerpos, nuestro sentir se alimente de los pequeños momentos que hicieron alguna vez una exploción de sonrisas. Deja que el viento se encargue de controlar lo que no podemos y seamos felices con lo que tenemos. Preparemos la mente y el cuerpo para luchar con aquella distancia que se puede interponer entre los dos, aunque las lágrimas salgan como revolución de abril y el añoro de ver el rostro que nos alegra se haga más fuerte, enseñémosle al alma guardar silencio y paciencia en los prados de nuestra consciencia. 

Siempre tengo en mi memoria este terreno desconocido, me inquieta, me inspira. Me agita el alma porque sé que esta parcela nunca dejará de brillar y nunca me dejará de sorprender. Yo te cuidaré, tenlo por seguro. Tu suelo siempre estará fértil, rociado de mis besos, mi ser siempre estará a la espera de tu llamada para brindarle a tu parcela los mejores momentos que anhela tu alma. Voy a socorrer las llamas que te que queman y borran de ti la falicidad y el amor. Seré las palabras que te hacen falta, la voz que clama, el deseo de tus manos. Seré a tu lado un jardín de flores.

– Dos almas distintas

Reescrito el 25 de enero 2021

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