No puedo borrar el dolor ni las mentiras despiadadas de un alma inocente. No puedo contar las veces que las palpitaciones de este corazón de carne se aceleraron al sentir las punzantes heridas causadas por inestables pensamientos, una sensación incesante de tristeza abrumadora, un peso en el alma que solo se borra con la ayuda celestial y misericordiosa. Lágrimas que no se secan ni por el más árido viento, y mientras caía la brisa de verano al haberse terminado, se podían escuchar los truenos cayendo en las lápidas de los pétalos que arrancamos.
Es en ese momento abrupto donde hay estrellas que gritan y piden por el favor del cielo, para que deje de ser herido y maltratado. Ahogado en penas y penumbras. Atormentado con las verdades de esta vida. Desolado en el lastre de una creencia desarmada y ciega. Postrado en las sombras de un síntoma y puesto en prisión por años debido a una enfermedad decepcionante. Acongojado por las primicias de un amor que encendió el aroma del romanticismo, despertó el coraje, mostró la luz y abrió las puertas de la oscuridad de una persona y sin embargo, culminó en un lejano olvido.
Eso era antes, cuando los tugurios visitaban mi puerta sin llamado ni alerta. Antes se escondía la pureza detrás de una puerta, pero ahora he renunciado a Ti como penas ahogadas en lacustres de felicidad y armonía. He renunciado a Ti en el mismo instante que me encontré a mí. Ahora sueño con crear mi propio destino, desprendido de las sensaciones de oscuridad que allanaban mi morada e impedían mi progreso. Retenía la inspiración desbordada de pensamientos armoniosos solo porque tenía preocupaciones hostiles. Es que, quizás, comprendimos tarde que somos dos cuerpos transitando dos veredas completamente distintas en un mismo espacio-tiempo y que, sin anestesia alguna, debemos desprendernos de las personas y las cosas que nos hacen daño, de las que capturan nuestras emociones como bestias salvajes enjauladas, pero despertadas para un acto en un circo ambulante.
He renunciado a Ti de tantas formas diferentes, he arrancado cada parte de mi ser de tus labios o de tus manos, de tu ser y de tu alma, porque necesito paz y sin Ti, la he alcanzado; aunque por mucho tiempo estuve vociferando «liberación» del hedonismo que quiso interrumpir la sanidad que alcancé. He renunciado a Ti como el inverno se ha rehusado a tener sus campos llenos de flores. Yo he renacido en prados apacibles, he renacido en montañas de felicidad y gratitud, he alejado el miedo y toda presión que carcoma mis huesos.
Si nos detenemos de la prisa, concluimos que, ya no podemos pertenecer a la vida del otro, los sentimientos se han desvanecido en nieblas oscuras, los momentos se han enterrado en fúnebres cajas adornadas con el adiós de una vida que no vuelve, pero que recuerdos quedan. De manera que, agradezco el pasar de Tu tiempo por mi jardín de malezas y flores, agradezco cada centímetro de lo vivido y yo de Ti, me despido, ya he renunciado.
Empezado el día 8, terminado el día 11 de febrero 2021