En las orillas del sendero me senté con la felicidad echada en una tierna mirada, con la sonrisa desbordada y elocuente, disfrutando los hechos que pasan por mi mente. Para imaginar ese final del camino donde me espera los brazos de la honestidad y el amor, un hombre con armadura de caballero, lleno de esperanza y verdad. Me enseña pasión y secretos que solo se observan en pensadores inherentes y soñadores que brotan curiosidad. Me mostraste que debo valorar las cosas comunes y las que no, y de aquellas que escapan de la normalidad. Me hiciste conocer lo que pocos conocen, pero saben de su existencia, el amor.
Lo cotidiano te encuentra con sonrisas para que la rutina no te agobie, mientras destellas paz en las abruptas fases de la vida y, queriéndolo con fuerza, lo espontáneo florece en ti día tras día. Es que, sin ni siquiera imaginártelo, me llenas de felicidad. Tu personalidad se admira más allá del espejo que te ve mejor que tu mismo y ese carácter, tan noble como pueda ser, honrado en hechos y palabras.
Estoy sonrojada como carmesí cuando pienso en ti, protegida en tus brazos, segura estando a tu lado. Es que encuentro en tus abrazos la comodidad de terciopelo. Nunca imaginé que te convertirías en lo que eres hoy, mi amor.
Muchas circunstancias abrumaron el paso firme que queríamos dar, pero el universo tuvo piedad de nosotros, nos entregó un verso y una flor para que se atesore en el tiempo y formemos una relación. Es que me muestras respeto cuando me miras chico enamorado, cuando me tocas con tus manos frías o sudadas del calor o de los nervios, cuando me hablas y me enamoras. Te ganaste mi confianza, a pesar de las dudas y las inseguridades. Te ganaste un beso de amor tierno y verdadero en medio de caóticos cuentos.
Con el paso del tiempo, me has amado sin pedirme nada a cambio, me has enseñado a amarte, aceptarte y comprenderte. Me guías aún en veredas oscuras y, con entusiasmo, me ayudas a crecer. Eres a quien admiro, respeto, valoro y atesoro. Las personas buenas como tú, las que valen la pena cuidar, se valoran y se aman como son y tú, tú eres lo que amo, lo que quiero. Eres lo que quiero tener en la vida, lo que quiero vivir.
Hoy te veo en mis pensamientos más que nunca, porque me prometiste recordarme todos los días por qué me elegiste y, sin falta, lo has hecho. Los años son testigos de tus promesas cumplidas, de los paseos por el parque y las clases de baile, amo que no sepas y lo intentes. Gracias por los montones de caricias en mis cabellos y los besos en la frente, de los momentos significativos que hemos guardado como tesoros invaluables. Amo tu perseverancia, tu corazón y amo ser tu amor. Amo ser tú y yo.
Terminado el 13 de febrero del 2021